sábado, 10 de mayo de 2014

Microfotografía del alma

Hoy tengo uno de esos días en los que la música hace de agua. Mi vida es un vaso, y cada gota de agua representa una canción. Fíjate, una gota de agua. Esa forma tan perfecta, con sus reflejos de esperanza y de vida, pues al fin y al cabo es lo que genera, la vida. Pero no todo en exceso es bueno. Tengo un vaso que llevo llenando toda la tarde de gotitas de agua, una tras otra, pero quizás no me daba cuenta de que al acumularlas, mi vaso se llenaba, llegaba hasta el borde y se encuentra en un estado en el que, la próxima gota de agua que caiga, desbordará mi vida. Todos somos y estamos un poco locos, al fin y al cabo, es una de las partes hermosas de la vida, pero el ser humano ha demostrado altos índices de masoquismo, y yo me veo precipitado a arrojar otra gota a mi vaso saturado, me veo precipitado a escuchar otra canción, esas que hablan de desamor y tanto nos gustan, que provocará la descomposición de mi alma en mil pedazos… Pero qué bonito es que te ayuden a recogerlos y a recomponerte.